Esta vez nos vimos en el Parque de los Principes un sábado para escucharnos acerca de cómo nos está guiando el Espíritu Santo en nuestras vidas cotidianas y para orar por aquellos motivos que venían a nuestra mente. Era una de estas reuniones donde nadie facilitaba y estamos abierto a propuestas si las hay. Antonio nos invitó a expresar nuestros motivos de oración colocando una semilla en el centro y desde esta sencilla dinámica estuvimos compartiendo de nuestra necesidad de alinearnos con aquel que es la Vida y el Amor. La oración comunitaria nos suele llevar a colocarnos en el lugar donde nuestras limitaciones quedan expuestas y nos sentimos unidos en algo que no solo está en nuestras vidas, sino que a la vez es trascendente. El adentrarnos en una danza con este Dios que es imanente y trascendente es algo misterioso, algo que no podemos controlar, pero que a la vez nos llena de paz y sentido.