Llegamos prácticamente a la hora de comer y Sylvia nos introdujo el pan y el vino que estaban como parte de todos los alimentos sobre la mesa, recordándonos el Amor de Dios manifestado a través de su desprendimiento encarnacional y su entrega en la cruz. Este desprendimiento amoroso genera vida, resurrección y nos mueve como iglesia. Tras la comida Jocabed nos desafió con una serie de prácticas: primero nos invitó a tratar de expresar de manera creativa lo que es el amor (usamos pepel, tigeras, colores...). Después se abrió un tiempo para manifestarnos el amor a través de abrazos, miradas, palabras... También tuvimos tiempo para estar cada persona sola y manifestarnos amor. Entre estos tiempos, lecturas bíblicas nos recordaban que Dios es Amor y que nos invita a vivir en el amor. Acabamos trayendo todo lo que estas prácticas amorosas habían removido en nuestro interior: miedo, vergüenza, incomodidad y recordando como el amor hecha fuera el temor, sobre todo el que nos inmoviliza para