El sábado 11 de marzo volvimos a reunirnos en la carpinteria de Mara, Victor y Lucía, esta vez para la merienda no faltaron fresas, parecía que nos hubiérmos puesto de acuerdo en que fruta debiamos aportar a la merienda 😄
Se introdujo el tiempo reflexionando en Dios como "el gran escuchante". La Biblia está llena de referencia acerca de que Dios escucha el clamor de los más vulnerables, de los oprimidos y también escucha nuestras oraciones.
La propuesta fue abrir un tiempo donde cada persona que lo deseara compartiera con la comunidad algo acerca de lo que Dios le está mostrando o algo que sea un motivo de oración. Sin embargo tanto el que comparte como el que escucha tratariamos de hacer el siguiente ejercicio:
- El que comparte trataría de escuchar desde donde está compartiendo: si lo hace desde un lugar más mental desconectado de sus emociones y necesidades o con cierta conexión. No se trataba de juzgarnos, tan solo de que intentáramos compartir desde un lugar más profundo y fuéramos más consciente de las posibles dificultades para ello.
- Quienes escuchan debían tratar de observar si durante la escucha entrábamos en juicios, incomodidades, etiquetajes... La idea era tratar de escuchar más profundamente.
Cuando nuestra mente es la única que gobierna nuestra complejidad interna y está desconectada de nuestras emociones, necesidades e instintos, es más difícil conectar con las emociones y necesidades de los demás. Nuestra estructura mental que a menudo se siente cómoda si tiene el control, tan solo va a buscar una conexión mental en base al juicio. Quizás por ello Jesús nos invitaba a la práctica de "no juzgar para no ser juzgados", salir de ese juego en nuestra cultura, no es nada fácil.
Hablamos de Jesús como nuestro modelo de persona conectada con el mismo y con los demás. Los evangelios nos sugieren que las personas se sentían escuchadas por él, atendidas.
La palabra religión viene de "re-ligar" es un intento de reconectar aquello que está desconectado. En nuestro caso, como comunidad cristiana, tratamos de vivir con una mejor conexión con la Divinidad, con nosotros mismos, con las personas y con la naturaleza.
Sostuvimos el silencio y poco a poco quienes quisieron compartieron, mientras los demás trataban de escuchar profundamente, sin juzgar y en caso de hacerlo internamiente, simplemente tomar consciencia de ello diciéndonos: "otra vez estoy juzgando o etiquetando".
Fue un placer escucharnos con la ayuda de Dios, quien nos permitió un espacio de vulnerabilidad y seguridad donde risas y lágrimas no faltaron mientras torpemente tratàbamos de conectar con la vida del Gran Escuchante a través de su cuerpo.
Nos dimos cuenta de que el sol llevaba tiempo habiéndose ocultado y decidimos acabar tomando la Eucaristía, pero antes quisimos escuchar la meditación de la noche a través de la app Lectio 365, la cual muchos personas en esta comunidad usamos en nuestros ritmos de oración. A través de ella escuchamos a Dios diciéndonos:
"Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te brasarán las llamas" Isaías 43:2
"Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: "yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados" Isaías 57:15
Y oramos con la monja benidictina y mística alemana del siglo XIII, Gertrudis la Grande (1256-1302):
"Oh Amor, oh Dios que me has creado en tu amor, recréame.
Oh Amo, que me redimiste, llena en mi cualquier parte de tu amor, quue ha caído en el abandono dentro de mí.
Oh Amor, Oh Dios, que me amaste primero, concédeme que con todo mi corazón y con toda mi alma y con todas mis fuerzas pueda amarte."*
*Tomado de la App Lectio 365, descargar aquí
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