El sábado 4 de junio de 2022 tuvimos nuestro ImPulso en el parque del Alamillo, donde celebramos el día de Pentecostés con una Visio Divina basada en el cuadro "La Venida del Espíritu Santo" del pintor He Qi, introducido por la lectura de Hechos 2:1-4:
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen."
En la Lectio o la Visio Divina (la diferencia está en si el primer paso usamos una lectura o un cuadro) pasamos por cuatro etapas: Lectio u Visio (nos fijamos en todo lo que hay en el texto o en el cuadro tal cual es), Meditatio (nos centramos en aquel aspecto que llama nuestra atención o nos remueve algo en nuestro interior, nos atrevemos a mirar más profundamente, más allá de lo que parece a simple vista), Oratio (respondemos en oración a Dios ante lo que el Espíritu Santo nos está diciendo) y Contemplatio (decidimos rendir y descansar en Dios y llevarnos a la vida cotidiana lo que Dios nos ofrece).
Antes de nuestra Visio Divina, tuvimos un tiempo de silencio y leímos el siguiente texto del libro "Danza Divina" del autor Richard Rohr:
“Estamos aquí para ser testigos de la creación y cómplices de ella. Estamos aquí para observar cada cosa de modo que cada cosa sea observada. Juntos observamos no solo cada sombra de una montaña y cada piedra en la playa, sino, especialmente, observamos los hermosos rostros y las complejas naturalezas de cada uno... De otro modo, la creación sería jugar en una casa vacía”.
"No dar alabanza, y en cambio quedarnos a un lado con crítica, rechazo, juicio y categorización, clasificando lo que no merece alabanza: esto no es la morada divina. Esto no es la imagen de Dios; en cambio, es precisamente lo que significa vivir en un estado de maldad o pecado."
"…el Espíritu tiene dos tareas: en primer lugar, crea diversidad, como se ejemplifica en la metáfora del viento: que sopla nueva vida en interminables formas de vida."
"Pero también el Espíritu tiene otra tarea: la del Gran Conector, ¡de todas esas cosas tan diversas! Toda esta vida pluriforme, el Espíritu la mantiene en armonía y “deferencia mutua”, “de modo que habrá un Cristo, amándose a sí mismo”, como Agustín lo expresa tan osadamente. El Vidente verdadero disfruta de un ecosistema gigantesco de amor que rota y evoluciona. Ese ver y ese disfrute es la obra del Espíritu en nuestro interior. Esta imagen enciende una zarza ardiente que no se consume, y es avivada como lenguas de fuego que descienden, creando templos móviles de personas de todas las naciones, que hablan un idioma universal de amor que les permite entender los diversos lenguajes de los demás. ¡Qué gran símbolo a tantos niveles!”
Tras este texto, entramos en las diferentes etapas del ejercicio espiritual propuesto, donde cada persona pudimos compartir acerca de lo que el Espíritu Santo nos mostraba y nuestra respuesta en oración.
Mientras, los mas peques exploraban el parque con la misma curiosidad que las personas adultas explorábamos el cuadro en estilo chino tradicional de Hi Qui. Al final, decidieron sentarse al lado de sus mamás y papás y colorear una escena de Hechos 2:1-4 que la pequeña Lana había escogido y llevado junto a un estuche de colores.
Acabamos tomando peques y grandes el pan y el vino en alabanza y trayendo algunos temas especiales de oración y abrimos así un tiempo de pic-nic.
Tras la comida decidimos movernos e ir hacía la feria artesanal alternativa que había cerca de donde estábamos, y allí encontramos a nuestra hermana Jocabed vendiendo sus productos de cosmética natural. Movernos entre tantas personas, nos recordaba que el día de Pentecostés la iglesia fue impulsada a relacionarse con las muchas personas de diferentes culturas que estaban en Pentecostés en Jerusalén, pudiendo hablar en el lenguaje que ellos mismos entendían.
El tiempo más formal lo cerramos con otro fragmento del libro Danza Divina de Richard Rohr:
"A medida que aumentamos en la conciencia de este Espíritu, y practicamos su presencia en actos de dar y recibir con toda la creación, el fuego de la zarza ardiente y de las lenguas que descienden llenará cada vez más toda la creación; no con destrucción, como los aprendices de Jesús le suplicaron en una ocasión que hiciera caer sobre sus enemigos haciéndose eco del impetuoso profeta Elías, sino como un fuego purificador en el que nos sumergimos."
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