Vivir desde una cultura de vulnerabilidad nos está permitiendo encontrar un lugar seguro para abrir nuestros corazones ante el Sanador. Los Grupos de Crecimiento son el primer gimnasio para aprender y hacer crecer la vulnerabilidad, la escucha profunda, el valor de no juzgar y desde ahí, los encuentros generales también se llenan de sinceridad, de apertura de corazón y del abrazo de Cristo a través de su cuerpo. La oración es nuestra manera de reconocer nuestras limitaciones y nuestra confianza en que quien tiene el control es el que nos ama como nadie, el que está trabajando en cada ser humano y el que se ha propuesto restaurarnos a la vez que nos hace colaborar en la restauración de un mundo roto.