El sábado 8 de junio nos vimos en el Parque de los Príncipes, Sevilla, y Sylvia, que facilitó el tiempo, nos invitó a empezar con juegos que nos permitieron conectar peques y mayores y reirnos un rato. ¡Es increible como nuestras actitudes cambian cuando incluimos nuestro cuerpo y el movimiento en tiempos de espiritualidad compartida! La espiritualidad holística nos invita a tener presente cada aspecto de lo que somos ante Dios (intelecto, emociones, cuerpo...), algo que nos viene muy bien a quienes hemos sido educados en un entorno a veces reducido a lo mental y racional.
Tras el tiempo más lúdicos nos expusimos a las enseñanzas de Jesús sobre la oración en el evangelio de Lucas, donde además de una referencia al Padre Nuestro, el Maestro nos cuenta la parábola que algunas personas han llamado "El Amigo Inoportuno". Las personitas más peques en la comunidad, antes de irse a jugar escucharon el pasaje de Lucas 11:1-13 a través de la iguiente canción y video:
Las personas adultas leimos el pasaje, hablamos de las frases ideas e imágenes que nos habían removido en la lectura, expresamos como la confianza nos lleva a pedir, hablamos de que pedir no tiene por que ser un acto egoista, a veces es un movimiento hacía la vulnerabilidad, el reconocimiento de nuestras limitaciones y necesidades y se puede convertir en un acto humilde ante Dios y ante las personas que nos rodean. Alguien señaló que cuando pedimos, colocamos a quien nos escucha en una posición de privilegio. También hablamos de la diferencia entre pedir y exigir, lo primero permite un no o un espera por respuesta...
Nos dimos cuenta que Jesús no solo nos estaba enseñando sobre la oración, sino sobre valores en su reino: confiar más allá de un@ mism@, reconocer nuestras limitaciones, la humildad, la vulnerabilidad...
Tras las reflexiones alrededor del texto bíblico, tuvimos la oportunidad de expresar abiertamente nuestras peticiones ante Dios y ante el grupo, en una actitud de oración y conexión comunitaria muy especial.
Tras este hermoso tiempo, celebramos compartiendo la comida que habíamos traido, disfrutando del frescor del atardecer y anochecer y rodeados de árboles increibles.
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