El sábado 24 de mayo nos encontramos para merendar en el parque del Alamillo. Nuestro hermano David Sanchez facilitó este encuentro que giró en torno a este texto bíblico:
"En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes"
1ª Pedro 3:8
Nos alegramos de recibir a una nueva hermana que vino de USA y que estará un tiempo en España. Su nombre es Sophie y es de tradición Ortodoxa (acude a la parroquía que pastorea nuestro hermano Victor García). Fue genial compartir el espacio y la oración y sentirnos en hermandad con ella.
David nos invitó a que cada persona tomara un tiempo donde sería escuchado por el resto de la comunidad con atención, mientras nos decía su nombre y apellido, donde nació, donde vive, cual es la actividad principal en su vida, cuales son sus principales vículos, un hecho o una palabra que le define y que le gustaría ser. También hablamos de personas y libros que nos han inspirado a lo largo de la vida.
Algunas personas compartieron acerca de como se sienten en este tiempo, nos abrimos a poner en el centro nuestros casancios y frustraciones, así como nuestros deseos y sueños. No volvió a faltarnos lágrimas y risas.
Tras conversar desde lo profundo, nos dividimos en pequeños grupos y oramos por cada persona, encomendándonos a las manos de nuestra madre y padre celestial, que a la vez nos ofrece su amistad siendo el ser creador y soberano de todo lo que existe.
Las personas más peques durante todo este tiempo salían y entraban en el espacio, sin embargo, tras la oración les invitamos a acercarse para tomar en unidad de la eucaristía. Recordamos una vez más que Jesús es nuestro centro, que él es nuestro alimento, quien nos salva, nos sana y nos cuida.
Echamos de menos a quienes no vinísteis al evento porque estábais ese día lejos en otras provincias o países, a quienes estábais cuidando a peques que no se encontraban bien, destetando, viajando, descansando... Quizás no estábais en cuerpo, pero ni de bromas no estábais presentes.
Nos fuimos a casa con una gran satisfación no solo de la rica merienda que compartimos, sino del alimento más profundo que nos trajo la Divinidad a través de cada una de las personas que habló, oró, lloró y sonrió. Unas palabras acabaron resonando en nuestro grupo de Whatsaap:
"Si nos conocemos mejor, nos amamos mejor."
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